Por Pequeño grupo de estudios

Un fenómeno novedoso

Entre el principio del año 2020 hasta mitad de 2021, la criptomoneda Bitcoin aumentó su valor seis veces, pasando de valer poco más de US$10.000 hasta el récord de aproximadamente US$67.000 el día 8 de noviembre de 2021. En ese momento las criptomonedas dejaron de ser una curiosidad y pasaron a ser un tema comentado por las autoridades de bancos centrales en casi todos los países del mundo.

Lo cierto es que este fenómeno trajo muchas preguntas y hechos curiosos. Como por ejemplo, el misterio respecto del creador de las Bitcoins – el pseudónimo Satoshi Nakamoto-, o la innovadora combinación entre criptografía y computación distribuida, de donde surgió el ya famoso blockchain. Por el lado de las preguntas, podemos arrancar con aquella hecha por tanta gente de a pie: ¿el Bitcoin tiene valor de verdad? A esta se suman tantas más: ¿Es posible que la sola creencia o confianza en una moneda le confieran valor? ¿Su valor tiene que ver con la novedosa tecnología utilizada? ¿Se trata de una pirámide financiera, un esquema Ponzi?

Estas buenas preguntas son las primeras que surgen, a partir de la rareza de este nuevo fenómeno -o quizás de la novedosa escala lograda por las criptomonedas. Sin embargo, todos los días salen noticias nuevas al respecto, y muchos de estos hechos todavía quedan por ser analizados -y transformados en nuevas preguntas. Como por ejemplo el ranking de adopción de criptomonedas por país. En el reporte The 2022 Geography of Cryptocurrency, realizado por la consultora Chainanalysis figura que los países en donde más se adoptó la criptomoneda por la gente común fueron Vietnam, Filipinas, Ucrania, India, y Estados Unidos. Los cinco siguientes son Pakistán, Brasil, Tailandia, Rusia y China. Ciertamente es una lista muy abigarrada. Si bien se encuentran en ella grandes potencias económicas y poblacionales, vemos también una participación importante de países del llamado mercado emergente, y casos llamativos, como la presencia de países en guerra entre sí y otros gobernados por partidos comunistas.

Tomemos el caso de Vietnam, el puesto número uno del ranking. Las remesas de dinero de los y las vietnamitas migrantes representó el 5% del producto bruto interno en 2020, año en el cual el país estuvo entre los 10 mayores importadores mundiales de remesas individuales. Los dos métodos tradicionales para realizar las remesas son a través de las instituciones bancarias y los operadores de transferencia de dinero, como la agencia Western Union. El primero es el más confiable, y por lo tanto el que cobra tasas más altas. El segundo método es utilizado por la población no bancarizada o que quiere evitar los trámites lentos y la apertura de cuentas. La tercera opción que surgió son las criptomonedas, que presentan dos grandes ventajas: en una población poco bancarizada pero con alto uso de teléfonos celulares, utiliza plataformas digitales para realizar los giros; además, cuenta con tasas muy bajas en comparación con los bancos y las agencias de transferencia.

Un caso más cercano y llamativo es Cuba. Si bien el volúmen total de las remesas es mucho más bajo que el de Vietnam, se estima que comparado al producto bruto interno se ubica también alrededor del 6%, siendo la segunda mayor fuente de divisas del país, después de la exportación de los servicios médicos y por encima del turismo. Esa importancia económica de las remesas de trabajadores y trabajadoras cubanas migrantes llevó al régimen del Partido Comunista de Cuba a reglamentar el uso de las criptomonedas.

Ahora bien, esta inesperada capilaridad de las criptomonedas en países dirigidos por partidos comunistas, impulsada por el fenómeno de la fuerza de trabajo migrante, debería ser motivo más que suficiente para llamar la atención de la izquierda. Sin embargo, no es cuestión de vociferar críticas ni demonizar este fenómeno sin más. Tomémonos en serio el desafío de entender cómo funcionan las criptomonedas y qué lugar pueden tener en el mundo de la economía.

Comencemos con una breve introducción a la cuestión de las teorías monetarias, una parte de las ciencias económicas poco debatida y estudiada en la izquierda, para tratar de eliminar los sentidos comunes que terminamos repitiendo por ignorancia.

¿Qué es el dinero?

Las teorías monetarias discuten distintos aspectos del dinero, como el concepto, el origen y la función primaria del dinero, así como las relaciones sociales que lo atraviesan. A fines del siglo XIX y principios del siglo XX el sistema monetario basado en monedas de metales preciosos empezó a demostrar sus límites por los desafíos que planteó la expansión de la población y de la economía, que necesitó de una consecuente expansión monetaria y que no podía ser satisfecha por los metales preciosos que se hallaban en los bancos. Por eso, el papel moneda empezó a cobrar más importancia.

Como reacción a estos cambios, dos diferentes teorías monetarias ganaron relevancia. Desde la escuela historicista alemana se desarrolló el llamado cartalismo -nombre que remite a la palabra charta, -ae en latín, “papel”. Del otro lado estaba el metalismo, cuyo nombre se establece en referencia a los metales preciosos, defendido por el economista austríaco Carl Menger.

El debate entre metalistas y cartalistas se puede ordenar en algunas diferencias centrales que oponen ambas perspectivas. En principio, es importante distinguir dos cosas. La primera es que el metalismo entiende que la función primaria del dinero es ser medio de cambio entre agentes económicos. Esto lo explica Carl Menger, y advierte que el dinero cambia en distintos tiempos y para diversos pueblos, dificultando la comparación entre diferentes monedas o para una misma moneda en diferentes momentos. Por eso sugiere que sería útil un bien de valor constante que funcionase como un criterio de medida que sería aplicable igualmente a todos los mercados de todos los tiempos, porque permitiría compararlos. Pero esto no sólo no existe, sino que es impensable por los niveles de regulación, estabilidad y resistencia a factores externos que necesitaría tener, lo reconoce el austríaco.

La segunda, es que el metalismo define al dinero como dinero-mercancía. Esto puede comprenderse mejor a partir de la explicación de Karl Marx. Desde su perspectiva teórica, hablar de dinero-mercancía implica que el dinero es producto del trabajo humano y por lo tanto se produce a través del mismo proceso social que las demás mercancías de la sociedad capitalista. Si bien para el metalismo no es necesario ahondar esa cuestión, una vez que el oro tenía justamente esa forma clara de mercancía -un sólido brillante y codiciado, para Marx es necesario explicarlo en relación a su teoría del valor. Dado que el oro se transforma en mercancía por medio del trabajo humano, como todas las demás mercancías en la sociedad capitalista, puede servir como medida de valor universal, un equivalente general. Así, el valor del dinero expresaría el valor del trabajo acumulado en la producción del dinero.

Por su parte, el cartalismo habla del dinero-crédito y considera que su función primaria es la de ser unidad de cuenta. Esta diferencia se explica en función de los antecedentes históricos que cada teoría reconoce como fundantes de la institución del dinero. La postura metalista reconoce el origen del dinero en función de facilitar el intercambio en el mercado entre los diferentes agentes. Esto, de algún modo, sugiere una relación horizontal entre quienes participan de esta actividad. Para explicar esto, autores como Menger y Marx se valen de lógicas evolucionistas -muy en boga en aquél entonces- y argumentan por las ventajas de los metales preciosos para ocupar, después de cierto proceso histórico, el lugar de dinero. En oposición a esto, el cartalismo vincula este origen a las antiguas economías palaciegas, u organizaciones estatales en general, que aplicaban modalidades de impuestos, los cuales deberían ser pagados en los términos elegidos por la autoridad soberana. El dinero habría sido primero la unidad de cuenta con la cual el Estado gestionaba las relaciones sociales de producción, y la moneda emitida por esta autoridad gana su importancia y demanda a partir de esa relación. En términos generales, el dinero-crédito constituye una relación asimétrica entre las personas que imponen obligaciones y quienes deben atenderlas.

Este último rasgo es importante porque explicita que, para la perspectiva cartalista, el dinero no puede ser neutral -como puede sugerir el metalismo- sino que lo conforma una relación de poder. Esta oposición Keynes la explica en términos de la diferencia entre una economía “real” (cuando el dinero es tomado como un eslabón neutral) y una economía monetaria (donde el dinero opera como elemento independiente). Para Keynes, la teoría económica suele ocuparse de la economía “real”, pero vivimos en una economía monetaria y los desarrollos teóricos no pueden aplicarse tan fácilmente a nuestra experiencia económica.

Por último, otro punto relevante de este debate es que, mientras para el cartalismo el dinero es esencialmente creado por medio de la intención de una autoridad estatal, según el metalismo la creación de dinero depende del hallazgo y extracción de metales. En otras palabras, para la perspectiva cartalista el dinero es un elemento integrante de la economía, es dinero endógeno (dentro), y para la metalista el dinero se crea de manera exógena (por fuera), con respecto a la economía. Este rasgo cobra relevancia a la hora de pensar problemas económicos y sus posibles soluciones.

Esta discusión sigue vigente, a pesar de que el oro haya perdido su función de medio de cambio en la experiencia de la enorme mayoría de la población.

Algunos autores de la tradición marxista, como Rolando Astarita, siguen entendiendo el oro como el fundamento del valor de los demás tipos de dinero, basándose en la vigencia de las enormes reservas de oro de las principales instituciones financieras nacionales. En tiempos de crisis el oro sigue siendo la garantía última de liquidez, su precio sube en la medida que la confianza en las monedas nacionales caen. Otros autores de la misma tradición, como Michel Aglietta, han propuesto una interpretación alternativa, que ya no considera el oro como fundamento del dinero contemporáneo, sino que entiende el dinero como expresión del tiempo de trabajo (Monetary Expression of Labour Time, MELT). El valor del dinero estaría determinado por el total de trabajo realizado y materializado en el total de las mercancías producidas.

Desde la tradición austríaca, Hayek nos ofrece una mirada mucho más pragmática sobre el dinero, donde impera la función de medio de cambio. Con una posición combativa en contra del rol del Estado como autoridad monetaria, el economista austríaco menciona el hecho de que en una misma sociedad diferentes grupos utilizan una diversidad de monedas: según la geografía, según el objeto del intercambio, etc. El autor hace hincapié en que el dinero es algo que se utiliza más allá de la existencia del aparato estatal. Es una posición interesante, pues si bien no se basa en la idea de un dinero-mercancía que justifique o explique tal o cual forma de dinero, supone que la creación del dinero no necesita de una soberanía asimétrica que emita el dinero, sino que reconoce la iniciativa de las poblaciones para regular el uso de los dineros, esto es, toda y cualquier cosa que llegue a ser utilizada como dinero.

Lejos de haber una correlación clara entre teoría monetaria y postura ideológica, como se puede ver en el metalismo de Marx y de Menger, existen también posturas críticas a la idea de dinero-mercancía de parte de autores marxistas. El portugués João Bernardo desecha todo intento de concebir el dinero como expresión de valor, una vez que la estructura capitalista de explotación del plusvalor se basa en desfasajes e imprevisibilidades en cuanto al valor producido en el proceso de trabajo global. La función del dinero sería conjugar los valores, sin expresarlos, para permitir el funcionamiento desequilibrado e imprevisible de este modo de producción. Bernardo entiende el dinero más bien como un lenguaje, dado que es incapaz de expresar las cosas como entidades transparentes. Al contrario, conserva la opacidad que es natural en ellas.

Acuñando preguntas

Después de recorrer esta resumida bibliografía se abren muchas preguntas, y la primera es clara: ¿podemos pensar las criptomonedas efectivamente como dinero? Si es así, ¿qué implica?

¿En qué medida las criptomonedas cumplen las “funciones” tradicionales del dinero en la teoría monetaria? Aunque de forma muy marginal, han sido utilizadas para la realización de operaciones de compra-venta (de inmuebles y jugadores de fútbol, por ejemplo), también como una extraña reserva de valor (especialmente en los países con elevada inflación) y como medio de pago de impuestos (El Salvador, Río de Janeiro, Mendoza, CABA), como planteaba el cartalismo.

Pero no sólo eso. Adopta también otras funciones del dinero. Por un lado, la función de medio de pago de salarios, y por otro la transferencia de valores de un país a otro. Estas modalidades no son consideradas en la mayor parte de la bibliografía consultada, y nos permite pensar nuevas dinámicas, como por ejemplo la transferencia internacional de valores ya no de capital sino de salario, esto es: no como una circulación entre capitalistas sino entre trabajadores y trabajadoras.

miSin embargo, una inquietud se mantiene con respecto a las criptomonedas así como a todas las formas de dinero: ¿quién emite? O, en otros términos, ¿cómo se organiza la producción y la circulación de esta forma de dinero? ¿Cuáles son los actores y qué dinámicas novedosas pueden ser observadas en el ecosistema de las criptomonedas? ¿Cambiará nuestra forma de entender el dinero, o será apenas una forma más?

* Este texto es un resumen de algunos de los temas abordados en un grupo de estudios sobre criptomonedas, activo durante el año de 2022.

Bibliografía:

Aglietta, Michel, “El capitalismo en el cambio de siglo: la teoría de la regulación y el desafío del cambio social”, New left review 7 (2001)

Bernardo, João, “Economia dos Conflitos Sociais”, Expressão Popular (2009)

Cruz, Esteban; Parejo, Francisco; Rangel, José, “El dinero moderno y el enfoque cartalista institucional” Revista de Economía Institucional 22, 43 (2020)

Hayek, Friedrich, “La desnacionalización del dinero”, Ediciones Folio (1996)

Keynes, John, “Una teoría monetaria de la producción”, Cuadernos de Economía 17, 28 (1998)

Marx, Karl, “El Capital” Volumen I, Siglo XXI (2008)

Menger, Carl, “El Dinero”, Unión Editorial (2013)

 

A versão em português pode ser lida aqui.

Las imágenes del artículo son de obras de Jac Leirner.

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