Ao final do ato, velas foram acendidas em homenagem aos mortos que forma vítimas da violência policial.

Por Passa Palavra

Durante toda la tarde del 13 de mayo, día en que se celebraron 122 anos de la abolición de la esclavitud en Brasil, diversos movimientos sociales y entidades ligadas a la lucha por la igualdad racial realizaron un acto en el centro de la ciudad de São Paulo (SP). La iniciativa destacó, pues los millares de personas que circulan diariamente por el centro de la ciudad tuvieron la oportunidad de asistir a variados tipos de manifestaciones artísticas, como música, poesía y danza, y participar del rebautismo de la Plaza del Patriarca, que cambió su nombre a Plaza de la Matriarca Dandara por los manifestantes, en homenaje a la esclava guerrera que durante el siglo XVII luchó al lado de Zumbi dos Palmares.

Entre los organizadores de la protesta, estaban las Madres de Mayo, una asociación de madres y familiares de víctimas de la violencia estatal. La asociación se formó en 2006, después de que la Policía Militar del estado de SP, en una contra-ofensiva a lo que se llamó ataques del PCC [Primer Comando de la Capital, grupo acusado de liderar presos e presas e de coordinar acciones criminales], promovió una verdadera carnicería en varias ciudades paulistas, en particular en la región de la «Baixada santista» (región periférica de la ciudad de Santos, a 68 kilómetros de SP). Nunca está demás recordar que, en el período del 12 al 20 de mayo de aquel año, por lo menos 446 personas aparecieron, misteriosamente, muertas por armas de fuego, según la propia Secretaria de Seguridad Pública. Aunque ya hubiera en aquella época fuertes indicios de que estos asesinatos habían sido cometidos por policías, casi todos los casos fueron archivados por falta de pruebas.

Para Débora da Silva, una de las madres que tuvo un hijo ejecutado en ese contexto, el acto es «una oportunidad muy importante, es la posibilidad de que el transeúnte conozca esta historia». La principal reivindicación de Débora y sus compañeras es que estos casos no sean competencia de las autoridades estatales, sino que pasen a ser investigados por órganos federales.

Ella recuerda que 2006 también era año de Copa del Mundo y que la relevancia que se da a este tipo de evento en Brasil acabó ofuscando la tortura y la matanza que corría suelta por las periferias de São Paulo en aquella época. «Este año está habiendo matanzas en la «Bajada santista» y la Copa viene ahí, ¿no? Pero nosotras, Madres de Mayo, estamos atentas, y ese acto aquí es también para que otras madres se unan a la lucha.»

Desafortunadamente, madres que se sumen a la lucha de Débora es lo que no falta, Dandaras del siglo XXI. Un ejemplo de eso fue la presencia de Elza Pinheiro dos Santos quien, hace poco más de un mes, recibió la noticia de que su hijo, Eduardo Luiz Pinheiro dos Santos, de 30 años, había sido golpeado hasta la muerte por la policía dentro de un cuartel militar. Él trabajaba como «motoboy» y vivía en un barrio periférico de la zona norte de SP.

En solidaridad, también estuvieron en el acto representantes de la Red de Comunidades y Movimientos Contra la Violencia, grupo que reúne habitantes de comunidades pobres, sobrevivientes y familiares de víctimas de la violencia policial en el estado de Río de Janeiro. De acuerdo con Marcia Jacintho, otra madre lanzada a la vida política por la pérdida dolorosa de un hijo: «Ellos tienen que respetar los derechos humanos. Y el primer derecho humano es el derecho a la vida.» Según ella, a pesar de la impunidad y de las constantes amenazas e intimidaciones a que están sometidos los militantes de su organización, todos se esfuerzan por dar amparo a las familias-víctimas, establecer contactos y crear condiciones «para que las personas puedan luchar, sin miedo».

La indignación ante la violencia contra los más pobres, que en Brasil en su mayoría son negros, fue la cuestión más importante planteada en el acto. Para los manifestantes, después de 122 años de abolición de la esclavitud,  el pueblo negro, habiendo sido tan sólo transferido de las «senzalas» para las «favelas», no hay mucho que conmemorar.

Traducción: César Ortega

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