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Primavera de 2011
Dentro de los límites de un documento como este, pretendemos aclarar cuales son los motivos que nos llevaron a tomar la decisión por la salida, hacer un análisis del contexto histórico en el que ocurre esta decisión y, en base de estos dos aspectos, realizar un diálogo franco con la militancia.
Son tiempos de aparente mejoría de las condiciones de vida de la clase trabajadora en Brasil, por lo menos hasta la próxima crisis. ¿Pero estará todo así tan bien? El resultado del desarrollo y del crecimiento económico de los últimos años son migajas para los trabajadores y ganancias gigantescas para el capital: aumenta la concentración de la tierra, los trabajadores se endeudan, se intensifica la precarización del trabajo y la flexibilización de los derechos, garantizados por la violencia del aparato represivo del Estado.
Esto ha sido sustentado por un pacto de colaboración de clases, hecho por las organizaciones que representan a los trabajadores con el objetivo de contenerlos.
El proceso histórico que nos produjo
Dos acontecimientos son fundamentales para analizar la situación de las actuales organizaciones de la izquierda en Brasil: el impacto de la caída del muro de Berlin, tan determinante como lo fue la referencia de la Revolución Rusa en el siglo pasado, y la reestructuración productiva del capital.
En las décadas de 1950 y 60, la principal concepción de la izquierda afirmaba que para superar el capitalismo en el país era fundamental completar su desarrollo. La dictadura militar interrumpe estas luchas, que son retomadas en las décadas de 1970 y 80, frente a una gran crisis para la cual el régimen militar no encontró salida. Resurgen huelgas, oposiciones sindicales y tomas de tierras con un nuevo carácter, pero trayendo en buena parte herencias de la estrategia del ciclo anterior.
La CUT [Central Única dos Trabalhadores] y el PT [Partido dos Trabalhadores] surgen en este período, cuestionando el capitalismo y poniendo el socialismo en el horizonte. Dentro de la misma estrategia, luego surge el MST [Movimento dos trabalhadores rurais Sem Terra], luchando contra la concentración de tierras, por la Reforma Agraria y el Socialismo. En este período, cualquier lucha de carácter popular o democrático se transformaba en una lucha contra el orden, debido al límite impuesto por la dictadura militar.
Basado en el análisis de que el capitalismo en Brasil era dependiente de los países centrales, con el capital internacional como principal enemigo, y una burguesía comprometida con las oligarquías rurales, que no realizó las tareas típicas de una revolución burguesa clásica (“tareas retrasadas”), ese bloque histórico construyó una estrategia: el Proyecto Democrático y Popular [PDP]. Los trabajadores organizados y en lucha deberían realizar estas reformas, utilizando la vía electoral como acumulación de fuerzas para llegar al Socialismo.
El PT se construyó como polo aglutinador de este proyecto, junto a otras organizaciones. Las organizaciones de masa en la ciudad y en el campo – CUT y MST – deberían cumplir el papel de organizar y desarrollar estas luchas.
Al crecer y desarrollarse, organizaciones que tenían en su origen una postura combativa y tácticas radicales (como PT, CUT y MST) fueron obteniendo victorias importantes, sobretodo conquistando espacios institucionales, pero también sindicatos, tierras, escuelas, cooperativas de producción, cooperativas de crédito, convenios con gobiernos, políticas públicas y compensatorias. A la medida en que estas organizaciones crecieron, la lucha institucional y los espacios institucionales se volvieron centrales.
En este escenario surge Consulta Popular [CP], criticando el PT por haber puesto el eje en la lucha institucional y electoral y cada vez menos en las luchas de masas. La CP se presenta como alternativa en la lucha por una Revolución Socialista. Surge también el Movimiento de Trabajadores Desempleados [MTD], desde Consulta Popular, inspirado en el ejemplo del MST, con la tarea de ser una herramienta de lucha y organización urbana.
Las contradicciones de este proceso
Ahora, nuestras organizaciones, cada una a su tiempo y no sin contradicciones, están dependientes del capital y su Estado. Las luchas de enfrentamiento pasan a amenazar las alianzas políticas del pacto de clases, alianzas necesarias para mantener los grandes aparatos que conquistamos y construimos. Lo que en algún momento nos permitió resistir y crecer se desarrolló de tal manera que se despegó de la necesidad de las familias y de la lucha, adquiriendo vida propia. Aquello que viabilizó la lucha, hoy está amenazado por ella misma: lo que antes impulsaba la lucha pasa ahora a contenerla.
El MST, hasta las elecciones de 2002, caminó desarrollando sus luchas y enfrentando grandes contradicciones relacionadas a la hegemonía del agronegocio en el campo. En las últimas décadas hubo una reformulación del rol de Brasil en la división internacional del trabajo a partir de la reestructuración productiva del capital. El agronegocio promovió mudanzas estructurales en el campo brasileño, integrando latifundio e industria bajo una nueva perspectiva de productividad y el trabajo bajo una nueva modalidad de explotación. Este modelo inviabiliza la Reforma Agraria como posibilidad de organización productiva de los trabajadores para el campo brasileño en el marco del capital.
Con la expansión y el fortalecimiento del agronegocio, se hicieron evidentes los vínculos de los gobiernos del PT con los sectores estratégicos de la clase dominante. Algunos elementos confirman este análisis: la desigualdad de inversiones entre el agronegocio y la reforma agraria, la aprobación de semillas transgénicas, la expansión de la frontera agrícola y con eso la legalización del acaparamiento de tierras de hasta 1500 hectares, la permanencia de los actuales índices de productividad y las recientes alteraciones en el nuevo código de bosques. En este sentido, combatir las fuerzas del agronegocio sería una crítica directa al gobierno petista, echando por tierra la tesis del “gobierno en disputa”.
Estas transformaciones ocurridas en el campo influenciaron las formas de organización de la vida material de nuestras bases, cada vez más proletarizadas, exigiendo nuevas formas de organización y lucha, que podrían llevarnos a otro nivel. Como opción de enfrentamiento a esta realidad, el MST, de forma contradictoria, sigue idealizando el “campesino autónomo” y los “territorios libres”. Al mismo tiempo, cierra filas con segmentos del proletariado rural, como la CUT, la Contag [Confederação Nacional dos Trabalhadores na Agricultura] y la Fetraf [Federação dos Trabalhadores na Agricultura Familiar], con el objetivo de acumular fuerzas contra el agronegocio.
La cuestión que aparece es: ¿estas opciones nos llevarán a otro nivel de lucha y organización para enfrentar el agronegocio, dado el grado de comprometimiento de estas organizaciones con la estrategia del Gobierno y del capital?
El MTD, en el último período, se limitó a reivindicar políticas compensatorias, como las Frentes de Trabalho o los Pontos Populares de Trabalho, cerrando los ojos para la nueva realidad del aumento de la ocupación y sus contradicciones. Aun cuando colocado el desafío de la organización sindical, ella no fue implementada, para no amenazar a las actuales alianzas políticas y la supervivencia inmediata, limitándose a la reivindicación de programas de gobierno para la cualificación profesional.
Al abandonar las luchas de enfrentamiento, aunque sigamos haciendo movilizaciones, nuestras luchas pasaron a servir para movilizar la masa dentro de los límites del orden y para ampliar proyectos asistencialistas del gobierno, legitimando y fortaleciéndolos. Ahora lo que las organizaciones necesitan son administradores, técnicos y burócratas; ya no de militantes que expongan las contradicciones e impulsen la lucha.
No es de ahora que existen críticas al rumbo que tomaron estas organizaciones, no sólo externas, sino sobretodo críticas elaboradas internamente. Y todo este proceso no ocurrió sin resistencia de partes de la base, de militantes y algunos dirigentes. Las acciones de enfrentamiento al capital que marcaron el último período expresan este conflicto, por ejemplo: las acciones contra la empresa Vale en el estado de Pará, la acción de destrucción de la Cooperativa de Crédito (Crenhor) en RS [Rio Grande do Sul] y las acciones de las mujeres en el 8 de marzo en diferentes estados.
Este último proceso impulsó un debate profundo sobre la relación entre el patriarcado y el capitalismo, rompiendo el límite de la cuestión de género y de la participación de las mujeres en las organizaciones, proponiendo el feminismo y el socialismo juntos como estrategia de emancipación de la clase. Todas estas acciones sufrieron críticas internas severas y pasaron a ser boicoteadas política y financieramente.
Hace años que estamos haciendo luchas de esta naturaleza y elaborando esta crítica en todos los diferentes espacios de los movimientos, y como estas acciones no tuvieron la fuerza de provocar ni el debate sobre la estrategia, ni mucho menos modificarla, terminaron por legitimar el rumbo de las organizaciones.
Cambio de rumbo o continuidad del proyecto estratégico?
La cuestión fundamental para nosotros no es sólo criticar la burocratización, la institucionalización, el abandono de las luchas de enfrentamiento, la política de alianzas, que aparecen como un problema en las organizaciones, pero sin identificar el proceso que llevó estas organizaciones a asumir esta postura. La crítica restringida al resultado lleva a la repetición del mismo proceso, con la repetición de los mismos errores.
El problema que vemos no es el de una traición de la dirección o un abandono/retracción del proyecto político; un error en la elección de tácticas o de aliados. La cuestión fundamental es la contradicción entre el objetivo y los caminos elegidos para lograr tales objetivos: proponíamos el Socialismo como objetivo, pero el proyecto estratégico que diseñamos o ayudamos a llevar adelante no nos lleva a este objetivo.
Esta estrategia política no es novedosa en la lucha de clases: su origen está en la social-democracia de hace más de un siglo, adaptada a las condiciones históricas de Brasil en una versión rebajada, que fue reproducida en las últimas décadas por el PT y la CUT y recientemente por el MST/Via Campesina, el MTD y el CP. Actualmente, se presenta en la forma del Proyecto Democrático Popular y el Proyecto Popular para el Brasil.
Consulta Popular fue construida negando la experiencia del PT: no sólo porque el PT se había transformado en un partido electoral, pero también por las consecuencias que esta transformación causó en su forma organizativa. Sin embargo, Consulta Popular no niega el Programa Democrático Popular, su crítica se limita al “rebajamiento” del Programa.
Para nosotros, este es un gobierno Democrático y Popular. No de la forma idealizada como quieren algunos, sino con las concesiones necesarias para una amplia alianza. El PDP resultó en eso. En este sentido, nuestras organizaciones fueron victoriosas cuanto a lo que se propusieron. Y nosotros contribuimos con este proceso, sin embargo hoy vemos que esta estrategia no lleva al Socialismo, al contrario, transforma las organizaciones de la clase en colaboradoras de la expansión y la acumulación del capital. Lo que se presenta como una victoria para nuestras organizaciones, en la perspectiva de la lucha de clases es una derrota.
Consideraciones finales
Frente a esta crítica, concluimos que no sería coherente que en nombre de la lucha continuáramos en nuestras organizaciones, implementando un proyecto de conciliación de clases.
Somos resultado de este proceso histórico, en él constituimos nuestra experiencia de lucha política y formación teórica, aunque en general de forma activista y pragmática. La crítica al interior del pensamiento socialista siempre cumplió un papel revolucionario y por eso creemos que es una tarea la producción de un pensamiento crítico sobre este período de vida de nuestras organizaciones, y para eso la apropiación de la teoría crítica marxista es urgente. No podemos querer comprender profundamente nuestras contradicciones dividiendo las posiciones entre “reformistas y revolucionario”, entre “campesinos y urbanos” o entre “socialistas ya y socialistas nunca”, pues así ayudamos a despolitizar el proceso de reflexión.
Es necesario considerar que se viene conformando una amplia alianza política, consolidando un consenso que involucra las principales centrales sindicales y partidos políticos, el MST, el MTD, la Via Campesina, Consulta Popular, alrededor de un proyecto de desarrollo para el Brasil, subordinado a las líneas políticas del Gobierno, conformando así una izquierda pro-capital. El grado de comprometimiento al que llegamos con el capital y el Estado nos llevan a concluir que ese proceso no tiene vuelta.
Este alineamiento político no ocurre sin consecuencias: se operan cambios decisivos en las formas organizativas y en el plan de lucha de las organizaciones, en la formación de la consciencia de sus militantes y en la postura que la organización tomará en el momento de ascenso [de luchas]. En este momento, las “fuerzas acumuladas” no actuarán en la perspectiva de ruptura.
Comprender esta conformación de la izquierda no significa afirmar la tesis sobre el fin de la historia, y decir que no hay más que hacer. Al contrario, es necesario actuar en la fragmentación de la clase para retomar su movimiento hacia la perspectiva de ruptura. Nos proponemos permanecer con la clase, buscando construir la lucha contra el capital, su Estado, el patriarcado, por una sociedad sin clases.
Comprendemos que no están creadas las organizaciones del próximo período, así como sabemos que no estarán nunca mientras no existan militantes con iniciativa y dispuestos a construirlas.
Los combates que trabamos, el trabajo de base, los procesos organizativos, nos enseñaron mucho y nos tornaron lo que somos hoy, nos enseñaron a luchar. Seguiremos a partir de esta experiencia, ahondando la crítica y buscando ir más allá de lo que nos produjo.
“Aquel que le cuenta al pueblo falsas leyendas revolucionarias, que lo divierte con historias seductoras, es tan criminal cuanto el geógrafo que traza falsos mapas para los futuros navegadores”
(Hippolyte Lissagaray – Comuna de Paris)
“Las Revoluciones son imposibles… hasta que se vuelven inevitables.”
1. Ana Hanauer (MST e CP RS) 2. Bianca (MST RS) 3. Carmen Farias (MST SP) 4. Claudia Ávila (MST RS) 5. Claudia Camatti (MTD RS) 6. Claudio Weschenfelder (MPA SC) 7. Cleber (MTD RS) 8. Darlin (MTD RS) 9. Débora (MTD RS) 10. Eder (MST RS) 11. Ezequiel (MTD RS) 12. Fábio Henrique (MST SP) 13. Fernanda (MTD BSB) 14. Gilson (MST RS) 15. Greice (MTD RS) 16. Irma (MST RS) 17. João Campos (MST SP) 18. João Nélio (MST SP) 19. Jesus (MST RJ) 20. Juarez (MST RS) 21. Jussara (MST SP) 22. Letícia (MTD RS) 23. Lucianinha (MST RS) 24. Luís (MPA SC) 25. Marcia Merisse (MST SP) 26. Marcionei (MTD RS) 27. Maria Irany (MST AL) 28. Maurício do Amaral (MST SP) 29. Michel (MTD DF) 30. Micheline (MST RS) 31. Mila (MST e CP SC) 32. Neiva (MST RS) 33. Nina (MST e CP RS) 34. Oscar (MST RS) 35. Paulinho (MST SP) 36. Pedroso (MST RS) 37. Pincel (MST RS) 38. Portela (MTD RS) 39. Raquel (MST RS) 40. Ricardo Camatti (MTD RS) 41. Salete (MTD RS) 42. Socorro Lima (MST CE) 43. Soraia Soriano (MST SP) 44. Tatiana Oliveira (MST SP) 45. Telma (MST SP) 46. Telmo Moreira (MST RS) 47. Thiago (MTD BSB) 48. Valdir Nascimento (MST SP) 49. Vanderlei Moreira (MST CE) 50. Verinha (MST RS) 51. Zé da Mata (MST SP)
Es importante resaltar que algunos de los que firman este documento ya se apartaron o fueron expulsados de las organizaciones de que hacían parte en 2009 y 2010 sin poder exponer sus motivos, lo hacen ahora en esta carta.