Por João Bernardo
Reflexionando sobre la reciente agresión de Israel al buque Mavi Marmara y la decisión y la impunidad con que ese país ha esparcido el terror a su alrededor, parece que la mayor parte de los comentaristas se limita a lo obvio para evitar la conclusión más importante.
Es harto sabido que los judíos fueron víctimas de grandes persecuciones y que el nazismo hizo del antisemitismo uno de sus ejes principales. El régimen de Hitler persiguió a los judíos desde el primer día y durante la segunda guerra mundial trató de eliminarlos. Y es igualmente sabido el tratamiento que el estado de Israel infringe a los palestinos, expoliándolos e imponiéndoles un sistema de terror que supera todo lo que los racistas sudafricanos llegaron a hacer en tiempos del apartheid. Bien, entre estos dos hechos, los judíos como víctimas y el estado de Israel como agresor, no existe contradicción sino por el contrario, un nexo lógico sobre el que trataremos de fijar la atención en este artículo.
Contraposición entre asimilacionistas y sionistas
En primer lugar debemos distinguir entre judíos y movimiento sionista. Los judíos son un pueblo definido por un conjunto de tradiciones y de hábitos culturales en el que la religión es uno de sus componentes, pero no indispensable. El sionismo es un movimiento político que se propuso formar una nación a partir del pueblo judío, disperso desde hace muchos siglos n el seno de otras sociedades; el objetivo del sionismo era separar a los judíos de las sociedades en que vivían y conducir una corriente inmigratoria hacia Palestina con el propósito de fundar el estado de Israel.
Cuando Theodoro Herzl fundó el movimiento sionista en la transición entre los siglos XIX y XX consiguió interesar a una pequeña minoría de judíos de prestigio [1]. La mayor parte de los judíos era asimilacionista que aunque defendían su derecho a mantener sus características culturales, defendían también su plena integración en las sociedades en las que habitaban. En la Alemania imperial la mayor parte de los judíos exhibía un patriotismo rayano en el chauvinismo y los judíos austríacos, en lugar de considerarse como una de las nacionalidades del imperio se consideraban parte integrante de la población alemana[2] En vísperas de la primera guerra mundial los sionistas eran marginados en el seno de sus propias comunidades, aún en el este de Europa aunque existieren allí sentimientos anti-semitas especialmente violentos por una parte de la población [3] y el aislamiento de los sionistas continuó del otro lado del Atlántico durante la década de 1920 [4]. En la Alemania posterior a la primera guerra mundial, durante la república de Weimar, los asimilacionistas eran por lo menos el 95% de los miembros de las organizaciones judías [5] y en la primera mitad de la década del 20 más del 40% de los casamientos eran entre un judío o judía y un no judío o no judía [6] En Polonia a pesar de haber sido el país europeo en la que hasta la segunda guerra mundial se desarrolló la mayor organización política judía fue en Bund (Algemeyner Yidisher ) Arbeter Bund in Lite, Poylin und Russland, União Geral dos Trabalhadores Judaicos da Lituânia, Polónia e Rússia), partidaria de las igualdad de derechos, socialista y activamente opuesta a los sionistas [7]. Comentando que alrededor de 1942 era cada vez más frecuente la lengua polaca que la idish en las calles del gueto de Varsovia, el historiador judío Emmanuel Ringelblum observó que el movimiento de asimilación lingüística era ya muy fuerte antes de la guerra [8] En verdad Ringelblum se hallaba muy bien ubicado para apreciar esa situación porque consiguió organizar clandestinamente una red de testigos y de informadores que le permitió con sacrificio de su propia vida, dejar a la posteridad el relato de las atrocidades practicadas por los nazis en Polonia.
Ni las victorias electorales logradas por los nacional-socialistas impidieron que en las vísperas del nombramiento de Hitler en el cargo de canciller los sionistas se hallaran reducidos en Alemania, como en los demás países, a una muy pequeña fracción de la población judía, el 1 % o e 2% según sus propios cálculos [9] y un informe interno elaborado por las SS en la primavera de 1934 comprobó que la mayoría de los judíos alemanes se mantenía predispuesta al asimilacionismo [10] . A partir de junio y julio de 1934 cuando Rôhm y las SA fueron liquidadas y el fascismo estrictamente racial de Hitler y Himler triunfó sobre el fascismo de carácter social propuesto por sus rivales de extrema derecha, una de las principales preocupaciones del nazismo fue excluir a los judíos de la sociedad alemana. Los asimilacionistas fueron ilegalizados y perseguidos y los sionistas fueron promovidos pero a pesar de eso los judíos alemanes no se hallaban muy entusiasmados con Palestina. Las autoridades británicas fijaban anualmente la cantidad de inmigrantes permitidos en Palestina y era la agencia Judía, la suprema autoridad sionista de la región la que repartía los certificados de inmigración entre los judíos de varios países. Durante la década del 30 solo el 22% de los certificados fueron concedidos a los judíos alemanes [11]
En Alemania el sionismo triunfó por sobre el asimilacionismo porque el régimen nazi persiguió a los asimilacionistas. El sionismo consideraba a los asimilacionistas como su peor enemigo y veía en cambio con buenos ojos –aún perseguidos y víctimas de ocasionales masacres – que se apartase a los judíos de las sociedades en que Vivian. Por eso desde muy temprano los dirigentes sionistas trataban de establecer acuerdos con gobiernos hostiles a los judíos buscando convencerlos de que ambos tenían el mismo objetivo inmediato [12]. Si los antisemitas querían desembarazarse de sus compatriotas judíos y los sionistas querían aumentar la cantidad de judíos en Palestina ¿porqué no unir esfuerzos?
Colaboración del sionismo con el nazismo
Durante la república de Weimar los sionistas alemanes habían mantenido una actitud pasiva ante la ascensión del nazismo, considerando que la hostilidad hacia los judíos era tan lógica como su propio rechazo a integrarse en la sociedad alemana [13] Para ellos la solución del problema era su emigración a Palestina y no el combate al antisemitismo en el que habían nacido y desde el establecimiento del régimen nazi en 1933 hasta el comienzo de la segunda guerra mundial fueron muy pocos los sionistas que participaron en la resistencia clandestina[14] . Figuras eminentes del sionismo alemán expresaban públicamente que la llegada de Hitler al poder era provechosa para los judíos porque vcomprometía definitivamente a los asimilacionistas. Y obligaba a todos los judíos a juntarse en una entidad única, reforzando la noción de identidad racial del judaísmo [15].
La célebre intelectual judía Hanna Arendt recordaba que “en aquel tiempo era un hecho corriente que los sionistas tuvieran la posibilidad de negociar con las autoridades alemanas, por la simple razón que su rival principal la Asociación Central de Ciudadanos alemanes de Confesión Judía (Central-Verein deutscher Staatsbürger jüdischen Glaubens),a la que entonces pertenecía el 95 % de las organizaciones judías de Alemania, especificaba en sus estatutos que su principal objetivo era la lucha contra el antisemitismo. De un día para otro se había convertido en una Asociación “enemiga del Estado” (…) En los primeros años el ascenso de Hitler al poder fue considerada por los sionistas como la “decisiva derrota del asimilacionismo”[16] Ilegalizados los ideales de integración se calcula que la tirada del semanario sionista alemán, que oscilaba entre los 5 mil y los 7 mil ejemplares subió a 40 mil en los primeros meses del nuevo régimen y las colectas de fondos realizadas por el movimiento sionista se triplicaron entre 1935 y 36 con relación a 1931/32[17].
La Organización sionista alemana vio en el activo antisemitismo de los nazis una oportunidad de aumentar el flujo inmigratorio a Palestina; y los dirigentes del sionismo mundial estaban de acuerdo con esa orientación, muchas veces en contra de los activistas de base, como sucedió en la propia Palestina [18]. Más tarde en los primeros días de abril de 1933, más de ocho años antes de que las autoridades del Reich hubieran obligado a llevar la estrella amarilla a la población judía, un artículo firmado por el jefe de redacción del semanario sionista alemán proponía que los mismos judíos tomaran la iniciativa para demostrar su voluntad de excluirse de la sociedad alemana[19]. Para que prosperase el establecimiento en Palestina era indispensable que los judíos de la diáspora se sintiesen rechazados por los países adonde habían nacido y así el mismo proceso que permitió a los nazis la destrucción gradual de los judíos posibilitó que los sionistas derrotasen a sus rivales asimilacionistas. “Desde el comienzo en que la dirección sionista rechazara de hecho oponerse a la ideología de expulsión defendida por los nazis” escribió un escritor judío, en la convicción de que esta actitud proveía “una indicación a los nazis sobre que los propios judíos se disponía a organizar su propia expulsión” la conclusión podía ser una sola “ Los dirigentes nazis (…) comprobaban con alegría que los sionistas aceptaban la expulsión de los judíos” [20]. Y no se trataba de una expulsión cualquiera, sino de la concentración de los judíos en Palestina. La lógica del establecimiento de una soberanía judaica en Palestina constituía el reverso de la lógica nacional socialista de persecución de los judíos.
El mencionado historiador judío resumió lapidariamente la situación: “El sionismo se había vuelto un instrumento de los antisemitas “[21] Los discursos y las publicaciones nazis continuaban respondiendo a los rencores de siempre, atacando a los judíos sin distinción pero en la práctica los procedimientos fueron sutiles y se creó una curiosa situación en la que los sionistas eran privilegiados, hasta en términos legales. El hecho de que la gran mayoría de judíos alemanes se hallaba integrada socialmente en el país, dificultando la aplicación de las medidas antisemitas[22] convirtió a los asimilacionistas en los principales enemigos y a los sionistas que pretendían separar a los judíos del resto de la población, se convirtieron en un precioso auxiliar y recibieron cargos de dirigentes en la nueva institución destinada a enmarcar a los judíos del Reich[23]. La mayor parte de las medidas antisemitas se concentraron en los asimilacionistas, mientras que el movimiento sionista pudo mantener abierta su sede hasta noviembre de 1938 y a pesar de las restricciones impuestas a sus actividades recibió en 1935 autorización para que sus miembros juveniles vistieran uniformes propios y a tener prensa sionista, la que a pesar de las prohibiciones que le impusieran varias veces fue la única en todo el Reich en estar exenta de la obligación de estar de acuerdo con la doctrina nacional socialista[24]. Además de estimular a las comunidades judías existentes en las principales ciudades a usar el idioma hebreo. Los dirigentes nazis en los primeros años del nuevo régimen, los incentivaron a realizar fiestas religiosas, culturales y deportivas bajo la égida del movimiento sionista y hasta contando con la benévola presencia de funcionarios de la Gestapo. [25]
Esta convergencia de intereses fue clara para algunos contemporáneos y está estigmatizada en toda la extensión del diario escrito por Víctor Kemperer un profesor universitario alemán de origen judío, lingüista y especialista en literatura francesa. En él no ahorraba sarcasmos sobre la mencionada colonización sionista en Palestina y en una de sus páginas, expresaba en octubre de 1933 su simpatía por la rebelión de los árabes palestinos equiparando su destino con el de los indios americanos [26] “¿En qué se distinguen los sionistas de los nazis?” exclamaba Kemperer en 1936 abriendo el año 1939 con la afirmación de que el sionismo era “puro nazismo” [27] “ No existe una cuestión judía en Alemania o en Europa Occidental” escribió pocos días después “ Quién sea que diga lo contrario solo está aceptando y reforzando las tesis del NSDAP (el partido nazi) y sirviendo a su causa. Klemperer se refirió a la elevada cantidad de casamientos entre judíos y no judíos como prueba de que los judíos se hallaban íntegramente asimilados en la sociedad alemana y aseguro que el ambiente de fricciones en que los judíos pudieron hallarse involucrados antes de la llegada de Hitler a la cancillería no eran más graves que las hostilidades que enfrentaban a protestantes y católicos o a prusianos y a bávaros “Existe una única solución para la cuestión judía en Alemania y en Europa Occidental: la derrota de quienes la inventaron (…) La causa sionista tanto la pura como la religiosa, interesa solo a los fanáticos y no respeta las mayorías (…) [28] A mediados de 1940 Klemperer volvió a establecer la igualdad entre sionismo y hitlerismo [29] “ Hitler es el más importante promotor del sionismo (…) denunció en los últimos días de 1941 [30]. En el año siguiente, además de haber equiparado nuevamente a los sionistas con los nacionalsocialistas [31] Klemperer señalo la afinidad entre los escritos políticos de Theodore Herzl, el fundador del sionismo con la doctrina de Hitler [32] “Solo podremos librarnos de la cuestión judía si nos liberamos de aquellos que la inventaron” había declarado a principios de 1939 [33]. Pero eso sucedió demasiado tarde.
Antes de comenzar la “solución final” y de matar sistemáticamente a los judíos, los dirigentes nazis continuaron con una doble política, reduciendo progresivamente por un lado, los derechos cívicos y profesionales de los judíos y confinándolos en campos de concentración y estimulando por el otro su radicación en Palestina. De la estrecha colaboración entre los dirigentes sionistas y el departamento de las SS especializado en estos temas resultó la creación de una red migratoria que continuó funcionando hasta después de haberse iniciado la guerra [34] Las autoridades judías de Palestina mandaban regularmente emisarios para que se contactasen con las SS o con la Gestapo directamente, con el objeto de aumentar el flujo de emigrantes [35]. Estos agentes sionistas de reclutamiento fueron algunas veces autorizados a visitar los campos de concentración y a escoger entre los detenidos que preferían mandar a Palestina, hombres de negocios y jóvenes vigorosos [36] en palabras de Hannah Arendt “la mayoría de los judíos que no habían sido seleccionados, se vio inevitablemente enfrentada a dos enemigos – las autoridades nazis y las autoridades judías – [37] El aparente interés de los nacionalsocialistas de que la colonización judía fuera exitosa llegó al punto de que las SS establecieron algunas haciendas experimentales, en donde los candidatos a emigrar aprendían técnicas agrícolas modernas que les permitieran cultivar después con eficiencia y productividad las tierras arrebatadas a los árabes. [38].
Las relaciones eran tan estrechas que en abril de 1933, el barón von Mildenstein, experto SS para los problemas judíos, fue a Palestina invitado por la Organización Sionista Mundial con autorización expresa del partido nazi. Paseando por Tel Aviv y visitando las colonias, von Mildenstein estuvo tan interesado que al año siguiente publicó una serie de reportajes sobre su viaje. Se llegó hasta acuñar una medalla conmemorativa del acontecimiento, con la cruz esvástica de un lado y del otro la estrella de David [39]. La visita de von Mildenstein tuvo una segunda versión cuatro años después cuando su antiguo subordinado Adolf Eichmann promovido a experto de las SS para las cuestiones judías fue encargado de organizar la emigración de judíos – y más tarde su exterminio – e invitado por los dirigentes sionistas a visitar Palestinany a conocer las colonias. Pero cuando llegaron a Haifa, Eichman y su superior jerárquico no consiguieron visas de entrada de las autoridades británicas y se vieron obligados a dirigirse a Egipto, donde mantuvieron varias reuniones con un representante sionista. De acuerdo con el informe presentado por los dos miembros de las SS, los agentes sionistas les comunicaron el aprecio de los nacionalistas judíos por la política nacional-socialista que favorecía la emigración a Palestina y que en señal de gratitud estaban dispuestos a proporcionarles informaciones sobre las actividades clandestinas de los comunistas, incluidos los comunistas alemanes[40].
Esta política de cooperación llegó a ser desde un principio muy elaborada en la Ha „avara que significa Transferencia, nombre dado habitualmente a un conjunto de instituciones, parecido a un sistema de clearing resultante de un acuerdo comercial y financiero que las autoridades sionistas establecieron en agosto de 1933 con el Ministerio de Economía del Reich y con el Ministerio de asuntos extranjeros para permitir la transferencia de fondos a los judíos alemanes que desearan radicarse en Palestina. Este acuerdo se mantuvo vigente hasta comienzos de la guerra mundial. Simplificando muchos los términos, el potencial emigrante debía depositar una suma en marcos (la moneda alemana) en un banco alemán en una cuenta bloqueada; luego firmaba un contrato con el exportador alemán para enviar mercaderías al extranjero generalmente Palestina, aunque también podrían ser otros destinos el exportador alemán era pagado en marcos con el dinero existente en la cuenta bloqueada; la agencia Judía de Palestina se encargaba de vender las mercadería exportadas y una vez desembarcado en Palestina el recién llegado recibía libras esterlinas por el producto de la venta, que le eran entregadas por la agencia judía.
Las autoridades nazis imponían condiciones especialmente desfavorables a los emigrantes y la economía alemana se beneficiaba con el flujo de las exportaciones, pero por su parte los judíos pudientes que disponían de fortuna suficiente para participar en la Ha „avara reducían las pérdidas producidas por el abandono del país, que eran tres veces más elevadas, o cinco veces más elevadas si la emigración ocurría fuera del sistema. Al mismo tiempo los inmigrantes se encontraban con inversiones bastante importantes en su nuevo lugar de residencia. Es cierto que en cuanto a los haberes de la comunidad judeo-alemana globalmente considerados, los efectos del sistema Ha „avara eran muy significativos , y muchísimo más considerables desde el punto de vista de la economía judía en Palestina, Cerca del 60% de las inversiones totales realizadas en Palestina entre agosto de 1933 y setiembre de 1939 fueron el resultado de las transferencias realizadas en el ámbito del acuerdo, capitales que estuvieron especialmente dirigidos a la metalurgia, a la industria textil y a la industria química, pero también a las fabricas de cemento, de fertilizantes y de instrumentos agrícolas. Fue así que nacieron algunas de las mayores empresas industriales del futuro Estado de Israel. Estas sumas aseguraron gran prosperidad a Palestina en un período en que todo el mundo excepto la Unión Soviética, sufría una aguda y prolongada depresión económica. Convertida en una importante institución bancaria y comercial en el auge de las actividades Ha „avara empleaba 137 personas técnicas en sus oficinas de Jerusalem [41] Después de analizar detalladamente este tema un historiador judío concluyó que el Ha „avara fue indispensable para la conformación del futuro estado de Israel [42].
La hábil conversión de las persecuciones a los judíos del Reich en inversiones en Palestina se desarrolló aun más con la creación de la agencia Internacional de Comercio e Inversiones. Todas las sumas enviadas desde el exterior con el objeto de ayudar a los judíos residentes en el Reich dejaron de ser entregadas directamente a los destinatarios y a través de dicha agencia pasaron a ser acreditadas en un departamento de Organización Sionista de Palestina entrando en los marcos establecidos por la Ha „avara, De este modo mas de 70 mil donaciones con alrededor de un total de 900 mil dólares en lugar de ser entregadas para aliviar el sufrimiento de los judíos perseguidos fueron usadas para el desarrollo económico de la Palestina judía [43].
Se llegó a una situación paradójica porque al mismo tiempo que varios países trataban de boicotear los productos alemanes con un alto costo, la Organización Sionista Mundial violaba las barreras palestinas inundándola con artículos alemanes [44] “Aparentemente las relaciones económicas entre la Alemania nazi y la comunidad judía de Palestina eran excelentes” escribió un historiador judío, una de las mayor autoridades sobre el genocidio[45] y otro historiador judío luego de analizar detenidamente las conversaciones que terminaron en la creación de Ha „avara resumió la situación:” En breve comprenderán los dirigentes sionistas que el éxito económico de la futura Palestina judía estará indisociable mente vinculado a la supervivencia de la economía nazi [46].
La convicción de que el fascismo los beneficiaba no se limitó entre los dirigentes sionistas al caso del Reich.
Colaboración del sionismo con el fascismo italiano
Inicialmente Mussolini consideraba que el establecimiento de los judíos en Palestina fortalecería políticamente a Gran Bretaña poniendo en riesgo las pretensiones imperiales de Italia sobre el Mediterráneo. En la primera audiencia que concedió a representantes del sionismo, en diciembre de 1922, poco después de haber llegado al poder. Mussolini les dijo que consideraba ese movimiento como un instrumento político de Londres [47] Chaim Weizman, presidente de la Organización sionista Mundial visitó a Mussolini por primera vez en enero de 1923, sin conseguir alterar su posición con relación al establecimiento judío en Palestina. [48]
Luego la actitud del Duce cambió y en 1926, recibió nuevamente a Weizman dejándolo convencido de que ya no se oponía al proyecto sionista y que lo ayudaría a establecer la soberanía judía en Palestina siempre que se mostrara independiente de la influencia británica. [49] En 1926 Mussolini descubrió que podía utilizar al sionismo para crearle dificultades a Gran Bretaña [50], a partir de entonces los principales dirigentes sionistas visitaron con frecuencia Roma y la prensa sionista mundial expresó su aprecio por el régimen fascista [51]. Al recibir a Weizman en 1934 Mussolini le prometió su apoyo y afirmó que Jerusalem no podía convertirse en una capital árabe declarándose partidario del establecimiento de un estado judío en Palestina, con la condición de que no dependiera de Gran Bretaña. En contrapartida Weizman que era un universitario e investigador en el área de la química orgánica, parece que con muchos méritos le ofreció a Mussolini su capacidad para desarrollar una industria química y farmacéutica en Italia y dejar así de depender de Alemania en estos sectores. Pero aunque él le prometió reclutar personal especializado e instrumentos no se llevó a la práctica.[52]
Un fascismo sionista
Fue Vladimir Jabotinsky quien en el ejecutivo sionista encabezó la oposición de la derecha radical a la presidencia de Chaim Weizman, moderado y conciliador. Jabotinsky se autonomizó progresivamente del ejecutivo, dimitiendo en 1923, dos años después de haber sido electo y en 1925 lanzó la Organización revisionista Sionista que más tarde se convirtió en la Unión Mundial del Movimiento Revisionista como corriente interna del sionismo. En el congreso sionista Mundial de 1931 los revisionistas contaron con el 25% de los delegados conformando la mayor tendencia, de modo que no podían ser subestimados y poseían una efectiva capacidad de presión:. En el Congreso siguiente en 1933, a pesar de hallarse internamente divididos obtuvieron el 20% de los delegados y continuaron siendo la tendencia más importante. Como consecuencia de este congreso abandonaron la organización sionista y fundaron en 1935 la nueva Organización Sionista, aunque continuaron siendo llamados “revisionistas” [53]
La convicción de que el revisionismo era un fascismo fue muy común en la época[54] y me parece inútil investigar si en su fuero íntimo Jabotinsly era fascista o trataba solo de usar el fascismo en beneficio propio, porque los efectos serían los mismos y no existen dudas de que sus seguidores sí eran fascistas confirmados [55] Wolfgang von Weisl, director financiero de la Nueva Organización Sionista, declaró en una entrevista en 1936 que “aunque hubiera distintas opiniones entre los revisionistas, en general simpatizaban con el fascismo y que él personalmente apoyaba al fascismo [56]. E Mussolini especialista en la materia clasificó a Jabotinsky como fascista durante una conversación que mantuvo en 1935 con alguien que en breve sería el más alto dignatario de la sinagoga romana[57].
Oponiéndose a la lucha de clases, al socialismo y a la planificación de la economía Jabotinsky defendía el establecimiento de un orden social basado en una cámara corporativa y en el arbitraje de los conflictos laborales por el estado [58] Sus jóvenes adeptos estaban enmarcados en una milicia en Betar (Liga del Trumpendor) inaugurada en 1923 y profundamente militarizada tanto en su estructura como en su ideología [59]. A partir del momento en que Jabotinsky se separó de la organización sionista, estos jóvenes constituyeron su principal apoyo político [60]. En cuanto al apoyo social el revisionismo encontró en los pequeños y medianos empresarios que comenzaban a emerger entre los judíos establecidos en Palestina [61] y ciertamente sirvió a sus intereses porque en Betar puso a disposición de los capitalistas judíos para conjurar las huelgas convocadas por los sindicatos sionistas. Como todas sus congéneres estas milicias se especializaron en la represión de sindicalistas de izquierda y socialistas, hasta que en octubre de 1934, 1500 trabajadores atacaron su sede dejando decenas de heridos y recibiendo una definitiva lección de prudencia. [62] Mientras tanto a principios de la década del 30 los revisionistas habían fundado una Federación Nacional del Trabajo con la que pretendían aplicar los principios de un sindicalismo anti socialista y partidario de la colaboración entre clases, pero sus 7 mil miembros comparados con los 60 mil afiliados de la central sindical socialista demostraban la poca simpatía que su programa despertaba en los trabajadores.[63]
Jabotinsky proponía una versión extrema del sionismo lo que por sobre todo le interesaba era que la mayor parte de la población de Palestina y de Transjordania estuviera compuesta por judíos. Sus seguidores más osados y violentos crearon en 1931 una organización terrorista dedicada a realizar acciones armadas contra los árabes y los británicos que luego adoptó el nombre de Irgun (Irgun Z‟vai Le‟umi, Organización Nacional Militar) y cuyos miembros procedían en su mayor parte de Betar[64]. Y como una estrategia que arrastraba inevitablemente a la guerra con los árabes que como no iba a contar nunca con el aval de Gran Bretaña porque destruía el equilibrio en que se sustentaba el imperialismo británico en la región [65] necesitaba buscar la tutela de otra potencia. Tanto en el orden interno como en el internacional Jabotinsky y sus adeptos tenían razones para mirar con simpatía a Mussolini[66].
Aunque los partidarios italianos de Jabotinsky habían comenzado a organizarse autónomamente entre 1925-26 solo en 1930 llegaron a disponer de un órgano de prensa propio y en 1934 establecieron significativas relaciones con las autoridades fascistas. [67] Pero recuperaron el tiempo perdido y a fines de ese año la Academia Naval dirigida por el Partido Nacional Fascista en Civitavecchia, no lejos de Roma habilitó a decenas de miembros de Betar a participar en los mismos que sus colegas italianos llegando a lo que para ellos era honroso a desfilar ante el Duce. Fueron formados así 134 cadetes judíos , pero esta colaboración se terminó cuando Mussolini promulgo en 1938 las leyes raciales[68] Jabotinsky trataba de ampliar esa experiencia solicitando autorización para establecer en Italia una escuela de instructores donde los jóvenes revisionistas recibieran preparación militar [69]. A pesar de no haberlo conseguido no se debe subestimar la importancia de la formación de los cadetes que integraron las primera unidades de lo que vino a ser la marina de guerra israelí, fundada finalmente gracias a Mussolini [70].
Colaboración del sionismo con el nazismo durante el genocidio de los judíos
Las medidas cada vez más generalizadas y drásticas de las autoridades nazis contra los judíos hasta la decisión última del genocidio, solo pudieron ser llevadas a cabo mediante la sucesiva división de los judíos en dos grupos, uno conservado y otro sacrificado, los que una vez beneficiados eran nuevamente divididos en dos grupos y así sucesivamente hasta que no quedase ninguno. Pero la división principal y la única constante sin que las otras hubieran sido imposibles es las que las sustentó a todas, la separación de las masas judías de una élite sionista que colaboró con las autoridades nazis en todos los estadios del proceso hasta el final [71]
Y solo de este modo se explica la facilidad con que el nacionalsocialismo fue excluyendo progresivamente a los judíos de la vida profesional y haciéndolos cada vez prisioneros en mayor cantidad, obligándolos a conformar brigadas de trabajo en que finalmente morían exhaustos y hasta su sistemático exterminio. En los primeros días del régimen nazi los sionistas tomaron la iniciativa de concentrar en una institución única la Representación del Reich de los Judíos de Alemania (Reichsvertretung der Juden in Deutschland), a las comunidades judías que hasta entonces se habían mantenido autónomamente en las ciudades. La justificación fue la conveniencia de iniciar un “debate abierto” y una “polémica digna” con las nuevas autoridades acerca de la cuestión judía.[72] La obsesión judía por llegar a un entendimiento con los antisemitas creo una red que sirvió para apresar a todos los judíos y cuando la policía tomó en julio de 1939 el control de la organización convirtiéndola en una asociación (Reichsvereinigung), los nazis pasaron a tener a su disposición un mecanismo burocrático que les permitió implementar tiempo después la “solución final”. En 1941 cuando comenzó la deportación masiva hacia los campos de concentración, los funcionarios judíos que hasta entonces se habían ocupado de la emigración de sus correligionarios fueron encargados de confeccionar las listas de los que serían deportados y de las notificaciones de esas decisiones por cuanto los funcionarios judíos de la sección estadística de la asociación mantenía a la Gestapo al corriente de las alteraciones demográficas de las comunidades judías.
Una orden administrativa de octubre de 1939 decidió que tanto en el Reich como en los territorios militarmente ocupados las comunidades judías estableciesen Consejos Judíos [73] cuyos jefes recibieron poderes cada vez más absolutos, pasando a comportarse con frecuencia como verdaderos autócratas. El “Führerprinzip” (o principio del Führer según el cual en todas las instituciones debía existir una cadena de mandos dependiente de un único jefe) atraía a algunos judíos comentó Emmanuel Ringelblum, que lidiaba con este tipo de gente en octubre de 1940 y seis meses después acusó al Gueto de Varsovia de haber adoptado integralmente el Führerprinzip [74]. Las autoridades nacionalsocialistas establecían la cantidad global de judíos que debían formar parte de las brigadas de trabajo gratuito y de los que eran enviados a los campos de concentración así como determinaban más tarde cuantos debían ser incluidos en cada sucesiva etapa del exterminio. Pero eran los Consejos Judíos los que distribuían a sus correligionarios la estrella amarilla a partir del momento en que se hizo obligatorio el uso de ese símbolo: eran ellos los que organizaban el reclutamiento para los trabajos forzosos, eran ellos los que confeccionaban las listas de quienes deberían ser internados en los campos de concentración a los que luego seguía la muerte colectiva; eran ellos los que registraban minuciosamente los haberes de las víctimas, facilitándoles a los servicios competentes del Reich el secuestro y la expropiación; eran ellos los que disponían de una poderosísima y tentacular policía judaica, creada especialmente al efecto y que ayudó a detener muchas centenas de miles de judíos para encaminarlos ordenadamente a las estaciones ferroviarias, de donde partían hacia las prisiones y el destino final. Después de observar que les era posible a los Consejos Judíos, en lugar de consentir una infame colaboración, debieron dejar a las autoridades nacionalsocialistas la selección de las victimas, Simon Wiesenthal, un judío que dedicó su vida a perseguir a los responsables del genocidio concluyó desoladamente: “Sin embargo hubo casos excepcionales en que los Consejos Judíos prefirieron el suicidio a la colaboración” [75]
Por algún motivo la canción del gueto de Varsovia, un himno compuesto a finales de 1940 estigmatizaba a los miembros del Consejo acusándolos de ser peores que los nazis [76]. En abril de 1943, cuando los sobrevivientes más radicales o simplemente más valientes, decidieron poner término a la manera sumisa como habían muerto de hambre y de enfermedades el 85% de los habitantes del gueto, comenzaron a aislar políticamente a la dirección sionista del consejo. Pasaron luego a la acción siendo su blanco inicial los colaboracionistas, especialmente los miembros de la Policía Judía lo que comprometió seriamente el poder del Consejo. [77] Solo después de destruida la red de represión y de clientelismo que había asegurado a los jefes sionistas el control del gueto de Varsovia pudo desatarse la insurrección.
No es que los Consejos Judíos se mantenían solamente gracias a las cachiporras de sus policías y a la fuerza indiscutible que les prestaban las autoridades nacionalsocialistas sino que se apoyaban también en la influencia de sus clientes. Sus miembros eran generalmente elegidos entre personas que ocupaban una situación preeminente en aquel medio étnico por su fortuna o por sus funciones religiosas, rabinos u otros personajes tradicionalmente dotados de gran prestigio y sin el conservadurismo político y social de un buen número de judíos no hubiera sido posible dominar tan fácilmente a la totalidad de la población judía ni masacrarla en una tan elevada proporción. Una célebre novelista francesa explicó muy claramente la cuestión: “La complicidad de los notables que conformaban la Judenräte (Consejos Judíos) con los alemanes es un hecho conocido y fácilmente comprensible. En todos los tiempos y en todos los países, con raras excepciones los notables colaboran siempre con los vencedores: es un caso de clase[78].
La táctica hitlerista consistió en usar a una élite de judíos para desarrollar un plan cuyo objetivo final era exterminarlos a todos.”En cualquier lugar en que viviesen judíos, – observó fríamente Hannah Arendt, – existían dirigentes judíos de reconocido prestigio: y estos dirigentes, prácticamente sin excepción colaboraron de varias maneras y por diferentes razones con los nazis. A decir verdad si el pueblo judío hubiese estado en ese entonces desprovisto de organizaciones y de dirigentes la situación hubiera sido caótica y no hubieran faltado sufrimientos, más aún el número total de víctimas estaría entre los cuatro millones y medio y los seis millones”[79]. Esta autora aceptó además como cálculo muy verosímil que aun cuando murieran el 99% de los que se dejaron persuadir por los Consejos Judíos y siguieron hacia los campos de concentración, entre los fugitivos solo la mitad habría sido capturada y liquidada.[80].
El fascismo sionista en Palestina durante la segunda guerra mundial
En 1939 Jabotinsky incitó a sus partidarios a formar un ejército que apoyase el esfuerzo militar británico, considerando que la victoria de Hitler constituiría un muy grave peligro para la Palestina judía [81]. Pero ¿en qué situación quedaría este fascista que en la prueba final renegaba del campo fascista?. Cuando murió en los EEUU en 1940, Jabotinsky se hallaba considerablemente aislado.
En estas circunstancias la mayoría de los miembros del Irgun se puso bajo las órdenes de Avraham Stern, o Yair, un fascista radical, adepto a una orientación estrictamente pro mussoliniana y anti británica, entrenado en técnicas de sabotaje y de insurrección [82]..
En 1940, Stern fundó una nueva Irgun y aunque por la sigla no se diferenciaba de la anterior, se distinguía por el recrudecimiento de los asesinatos y de los atentados contra la presencia británica. Llevando su estrategia a los extremos le propuso a Hitler una alianza bélica. En una paradójica historia el representante del Irgun entregó en Rio de Janeiro una misiva a un miembro de los servicios de espionaje del ejército alemán y a un alto funcionario del Ministerio de Asuntos exteriores del Reich, en lo que puede ser considerado como uno de los actos más aberrantes del sionismo. Mientras tanto y por eso mismo, resultaba absolutamente lógico dado que los sionistas habían depositado siempre sus esperanzas en el antisemitismo como motor de las migraciones hacia Palestina, Hitler el mayor de los antisemitas podía ser presentado ahora como un recurso potencial de la Palestina judía. Se leía en la misiva “ La ONM (en este caso la fracción mayoritaria del Irgun dirigida por Stern) que no ignora la buena voluntad demostrada por el gobierno del Reich alemán y por sus autoridades para con las actividades sionistas dentro de Alemania y para con los planes de emigración sionista considera ;
- Podrían existir intereses comunes entre el establecimiento de un Nuevo Orden en Europa de conformidad con las concepciones alemanas y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío tal como las encarnadas por la ONM
- Podrá ser posible la cooperación entre la nueva Alemania y la renovación del judaísmo nacional e internacional
- El mantenimiento y el fortalecimiento de la futura posición de poder de Alemania en el cercano oriente serán favorecidos por la fundación de una base nacional y totalitaria del Estado judío, ligado mediante un tratado al Reich alemán.
La misiva continuaba con la afirmación de que la organización dirigida por Stern “se propone tomar parte activa en la guerra del lado alemán” y concluía “tanto por su ideología como por su estructura la ONM está mucho más próxima a los movimientos totalitarios europeos. La capacidad de combate de la ONM no podrá ser jamás paralizada o seriamente comprometida ya sea por medidas defensivas encaradas por la administración inglesa o por los árabes o ya sea por medidas asumidas por los socialistas judíos.” [83] Los nacionalsocialistas despreciaron esta propuesta[84] y Stern fue muerto por la policía británica en 1942, pero la historia no terminó allí.
La génesis de las actuales fuerzas políticas del Estado de Israel
Transcurrido medio siglo, el clivaje que separa a los dos grandes campos políticos israelíes se mantiene en la antigua posición de las dos alas del sionismo. Los trabajadores continúan la tendencia mayoritaria con una orientación interna de carácter social demócrata, es el Likud el heredero de la organización fascista. El primer jefe de gobierno del Likud, Menahem Begin, que detentó el poder entre 1977 y 1983 fue en su juventud uno de los dirigentes de las milicias revisionistas, y aunque se mantuvo fiel a Jabotinsky, superó en mucho las tendencias terroristas de su maestro y apoyó ideológicamente al ala más radical. Jabotinsky lo destinó a comandar en 1939 la Betar en Polonia y con esa credencial Begin asumió a finales de 1943 la jefatura del Irgun y comenzó a lanzar violentas acciones contra los británicos. En 1948 juntamente con los representantes del ala caracterizadamente fascista del revisionismo Begin fundó el partió de la LIbertad, que otorgó a la vieja extrema derecha sionista un nuevo aliento en la política del estado de Israel.[85] Poco después varias figuras prominentes del judaísmo, incluidos Einstein y Hannah Arendt publicaron una carta en un importante diario estadounidense en la que se leía: “Uno de los más perturbadores fenómenos políticos de nuestro tiempo es la aparición del Partido de la Libertad recientemente creado en Israel, un partido político que en sus formas organizativas, en sus métodos, en su filosofía política y en su audiencia social tiene un muy estrecho parecido con los partidos nazis y fascistas. Debe su formación a los miembros y seguidores de la antigua Irgun Z‟vai Le‟umi, una organización terrorista, de derecha y xenófoba (…)”[86] . Pero ni esta denuncia ni muchas otras impidieron el ascenso de los antiguos revisionistas.
El sucesor de Begin al frente del gobierno israelí, Yitzhak Shamir, era uno de los miembros del Irgun que militaba bajo el mando de Stern, en disidencia con la decisión de Jabotinsky de establecer treguas con los británicos durante la segunda guerra mundial. Es poco verosímil que Shamir no estuviese al tanto de los siniestros contactos de Stern con los nazis, porque ocupaba una alta posición y conformó el triunvirato que unos meses después reconstruyera la organización después del asesinato de su jefe.[87]
Pero si las actuales posiciones políticas del estado de Israel se relacionan con el período anterior a la segunda guerra mundial, los acuerdos entre los principales partidos tienen también el mismo origen. Sin el filofascismo demostrado por la corriente sionista mayoritaria sería difícil comprender que los trabajadores hubiesen adoptado la estrategia propuesta por Jabotinsky en relación a los árabes. La convergencia de los dos campos políticos revelan que la cuestión fundamental yace en la continuación de una época en que Mussolini recibía a Weizman y al mismo tiempo subsidiaba a Jabotinsky. Al final los laboristas ejecutaron el proyecto de los fascistas. La reciente agresión a la flota internacional que se proponía romper el bloqueo impuesto a la Franja de Gaza es apenas un caso de la larga serie de los que pretendí trazar los antecedentes históricos: Pero esta no es la lección más importante.
¿No verá el lector adonde pretendo llegar?
No es exclusividad de los judíos el hecho de que entre los perseguidos se genere una reacción nacionalista que encontrando oportunidades de desarrollo favorables se convierta en imperialismo. Este es el armado que todo el nacionalismo coloca en las personas de izquierda que apoyan el nacionalismo cuando aparece como una defensa de los pueblos oprimidos, sin ver que si ese nacionalismo se instala en la práctica terminará en imperialismo. Mi preocupación es que aquellas corrientes ideológicas que antes apoyaban el nacionalismo sionista de los judíos con el argumento de que eran perseguidos por los nazis, apoye hoy al nacionalismo árabe con el argumento de que los palestinos son perseguidos por Israel – para apoyar mañana a quién y con qué argumentos?
La gran lección que se deriva de la génesis y del desarrollo del sionismo, no debe limitarse a criticar al Estado de Israel. Esa lección debe ayudarnos a criticar a todos los nacionalismos que utilizando argumentos progresistas en cuanto pueden se convierten en imperialismos. El sionismo como ruta de tránsito entre las persecuciones sufridas por los judíos a las agresiones practicadas por el Estado de Israel muestra que la opresión sufrida por un pueblo debe ser inseparable de la lucha contra la explotación sufrida por la clase trabajadora de ese pueblo. El pueblo palestino tiene que defenderse de la agresión israelí pero esto no significa que los trabajadores palestinos no tengan que defenderse de sus patrones fueren árabes o israelíes ni que las mujeres palestinas no tengan que defenderse de la opresión masculina tan acendrada en la tradición islámica.
Traducción Susana Merino, en rebelion.org.
Notas
[1] E. Black (1999) 168; H. M. Sachar (1976) 52. [2] N. Cohn (1992) 171, 173.
[3] H. M. Sachar (1976) 96.
[4] L. Brenner (1984) 84; H. L. Feingold (1995) 217. Henry Feingold observó en la obra citada 244-245 que aunque en términos relativos los judíos estadounidenses hubiesen tenido una muy considerable participación en las Brigadas Internacionales de la guerra civil española, siendo muy activos en los movimientos obreros y por la paz, no respondieron al llamado de Jabotinsky de formar un ejército judío destinado a combatir al lado de los británicos en la guerra mundial. Esto revela concluye Feingold que los judíos de los EEUU se interesaban más por los temas políticos generales que los relacionados con el sionismo.
[5] H. Arendt (1994) 59; L. Brenner (1983) 31. Según E. Black (1999) 177, el 97% de los judíos alemanes rechazaban el sionismo y reivindicaban la integración en la sociedad en la que vivían.
[6] A. Pichot (2000) 402.
[7] G. Aly et al. (2006) 345 n. 31.
[8] E. Ringelblum (1964) 311.
[9] E. Black (1999) 35; H. M. Sachar (1976) 193.
[10] L. Brenner (1983) 86.
[11] Id., ibíd., 87. Según E. Black (1999) 373, de la mano de obra judía emigrada a Palestina en 1934 y 35 solo un 20% llegó de Alemania
[12] E. Black (1999) 226.
[13] L. Brenner (1983) 29-32 (1983) 29-32
[14] Id., ibíd., 54.
[15] E. Black (1999) 72-73 (1999) 72-73 L. Brenner (1983) 59-61 (1983) 59-61
[16] H. Arendt (1994) 59.
[17] Id., ibíd., 59; E. Black (1999) 174.
[18] E. Black (1999) 78-82 (1999) 78-82 122, 177-178, 201, 289; L. Brenner (1983) 53-55 (1983) 53-55 (1984) 91.
[19] Ver numerosos pasajes de este artículo en E. Black (1999) 176-177 (1999) 176-177 Ver igualmente H. Arendt (1994) 59.
[20] E. Black (1999) 78. E Edwin Black aseguró (pág. 166) que “las aspiraciones nacionales tanto de los nazis como de los sionistas dependían del traslado de los judíos de Alemania a Palestina”
[21] Id., ibíd., 173.
[22] R. Hilberg (1961) 32.
[23] H. Arendt (1994) 60.
[24] E. Black (1999) 174-175 (1999) 174-175 88-89, 136.
[25] E. Black (1999) 373. L. Brenner (1983) 84-85 (1983) 84-85
[26] Ver la entrada del 30 de Octubre de 1933 en M. Chalmers (org. 2006 a) 47.
[27] Las entradas del 18 de octubre de 1936 y del 1o de enero de 1939 se encuentran en id.,ibid.,231 y 337 cerca de los parecidos entre sionismo y nazismo ver las págs. 78 y 135 referentes al 13 de junio de 1934 y al 22 de abril de 1935.
[28] Esta entrada, correspondiente al 10 de Enero de 1939, se encuentra en id., ibíd., 338-339. El 27 de Junio de 1942, Klemperer manifestó el deseo de escribir un ensayo «en favor de Alemania y contra Sion, desde el punto de vista contemporáneo del judío alemán». Ver id. (org. 2006 b) 102.
[29] Ver este pasaje de la entrada del 26 de Mayo de 1940 en id. (org. 2006 a) 396.
[30] En la entrada del 17 de Diciembre de 1941 en id., ibíd., 521.
[31] En la entrada del 3 de Mayo de 1942 en id. (org. 2006 b) 53.
[32] En las entradas del 23 y del 25 de junio y 1o de julio de 1942 en id., ibíd., 99, 100 y 104. El 10 de diciembre de 1940 Klemprer citará la opinión de otro judío alemán, según la cual no fue el sionismo el que se inspiró en el nazismo, sino al revés, las doctrinas raciales de Herzl sirvieron de inspiración al nazismo Ver id. (org. 2006 a) 423. Y el 24 de Julio de 1942, Klemperer se refirió al “tremendo perjuicio causado por Herzl a los judíos alemanes “Ver id. (org. 2006 b) 124.
[33] La entrada, correspondiente al 10 de Enero de 1939, se encuentra en id. (org. 2006 a) 338-339.
[34] H. Arendt (1994) 63; E. Black (1999) 378.
[35] H. Arendt (1994) 60-61 (1994) 60-61 197. L. Brenner (1983) 94; H. M. Sachar (1976)
[36] H. Arendt (1994) 60, 61.
[37] Id., ibíd., 61.
[38] Id., ibíd., 60-61; H. M. Sachar (1976) 197.
[39] E. Black (1999) 174; L. Brenner (1984) 93.
[40] H. Arendt (1994) 62; L. Brenner (1983) 98-99 (1983) 98-99. En cuanto al hecho de que Eichmann había ejercido funciones en las SS a las órdenes de von Mildenstein, ver E. Black (1999) 174
[41] acerca del sistema comercial y financiero que sostenía la emigración de judíos del Reich a Palestina ver: H. Arendt (1994) 60; E. Black (1999) 197, 249, 373, 379; L. Brenner (1983) 64-65 (1983) 64-65 R. Hilberg (1961) 95; Ł. Hirszowicz (1966) 26; H. M. Sachar (1976) 190, 197.
[42] E. Black (1999) xxiii, 380.
[43] Id., ibíd., 377.
[44] L. Brenner (1983) 66-67 (1983) 66-67 70-74; R. Hilberg (1961) 95. [45] R. Hilberg (1961) 95.
[46] E. Black (1999) 253. Durante la década de 1930 escribió H.L Feingold (1995) 219 “el movimiento sionista le dio prioridad al desarrollo económico de Palestina por sobre el boicot de mercaderías alemanas”
[47] L. Brenner (1983) 39.
[48] Id., ibíd., 39-40.
[49] Id., ibíd. 40; R. De Felice (1977) 112-113 (1977) 112-113 P. Milza (1999) 751.
[50] R. De Felice (1977) 194-196 (1977) 194-196 Para la definición de 1926 como de la fecha de este cambio ver a pág. 198.
[51] L. Brenner (1983) 40-41 (1983) 40-41 R. De Felice (1977) 113-114 (1977) 113- 114 166, 170.
[52] L. Brenner (1983) 154; R. De Felice (1977) 167; P. Milza (1999) 622, 643, 751.
[53] B. Avishai (1985) 124, 128, 138; L. Brenner (1983) 132; id. (1984) 72, 97, 98; H. M. Sachar (1976) 184-186 (1976) 184-186 La dimensión del apoyo a los revisionistas en el congreso de 1931 se encuentra en L. Brenner (1984) 86, y en el congreso de 1933 en E. Black (1999) 288 e 293.
[54] R. De Felice (1977) 207.
[55] Id., ibíd., 142 n. 2 informó que en julio de 1922 antes de la marcha de los fascistas sobre Roma y aun antes de haber dimitido el ejecutivo sionista, Jabotinsky envió a Mussolini una carta proponiéndole el estrechamiento de relaciones entre Italia y la Palestina judía. Trece años después según Renzo De Felice en op.cit 296, Jabotinsky declaró a un representante de Relaciones Exteriores italiano que los revisionistas eran mayoría con relación al sionismo en idéntica posición a la que ocupaba el fascismo italiano en relación a la democracia liberal y socialista, A su ves B. Avishai (1985) 126, enumeró las analogías entre la forma de organización de los revisionistas y los fascistas europeo. También E. Black (1999) 143consideró que los revisionistas eran fascistas profundamente influenciados por Mussolini. Todavía L. Brenner(1983) 112-113 (1983) 112-113 pretendía que a pesar de haber adoptado para su movimiento una estructura similar a la del fascismo, Jabotinsky no simpatizaba con el fascismo. Del mismo modo H.M.Sacher (1976) 187, aseguró que él no era fascista pese a que sus más jóvenes seguidores estaban muy cerca del ideal fascista. Pero que al aclarar que los modelos políticos de Jabotinsky eran Mazzini y Garibaldi, el autor olvidó que esos dos personajes le sirvieron de inspiración a Mussolini como según J. Ploncard d‟Assac (1971) 100, fueron citados por Corradini. También Bernard Avishai en la obra citada q20 y L. Brenner (1984) 5 llamaron la atención sobre la admiración que Jabotinsky sentía por Garibaldi y E. Brenner (1983) aa2, citó también a Mazini y Cavour como modelos de Jabotinsky. Aseguró Avishai (pág.121) que Jabotinsky simpatizaba con el futurismo, precisamente otra de las componentes del fascismo italiano. Después de afirmar que Jabotinsky estaba más cerca del liberalismo conservador que del fascismo L. Brenner (1983) 113, 118 y (1984) 97 concluyó que como sus seguidores querían fundar una versión judaica del fascismo, el revisionismo terminó por ubicarse en la órbita del fascismo. Aliás, continuó id (1984) 90-91, que cuando las autoridades británicas le prohibieron a Jabotinsky regresar a Palestina, quienes tomaron el control ideológico del revisionismo fueron personas que se declaraban públicamente fascistas. Y por lo menos en Alemania, en Austria, en Italia, en Letonia, en Manchuria, en Palestina y en Polonia enumeró id. (1983) 118 la dirección del movimiento revisionista no era de Jabotinsky sino de elementos declaradamente fascistas.
[56] Citado en L. Brenner (1983) 118 y (1984) 98.
[57] Citado en id. (1983) 117, id. (1984) 98 e H. M. Sachar (1976) 187. Informó R. De Felice (1977) 205-206 (1977) 205-206 que los informes oficiales italianos consideraban el revisionismo como una imitación del fascismo.
[58] B. Avishai (1985) 128, 137; L. Brenner (1983) 115; H. M. Sachar (1976) 187-188 (1976) 187-188 .
[59] B. Avishai (1985) 124; L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 78, 89-90; H. M. Sachar (1976) 187.
[60] L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 87.
[61] B. Avishai (1985) 126, 137; L. Brenner (1983) 114; id. (1984) 89; H. M. Sachar (1976) 187-188 (1976) 187-188
[62] B. Avishai (1985) 136; L. Brenner (1983) 116; H. M. Sachar (1976) 188.
[63] B. Avishai (1985) 136; H. M. Sachar (1976) 188. Afirmó L. Brenner (1984) 89 que Jabotinsky nunca se interesó por el reclutamiento de obreros
[64] L. Brenner (1984) 99-100 (1984) 99-100 H. M. Sachar (1976) 265-266 (1976) 265-266
[65] L. Brenner (1983) 112; id. (1984) 86; H. M. Sachar (1976) 185-186 (1976) 185-186
[66] R. De Felice (1977) 76, 142-143 n. 2, 196.
[67] Id., ibíd., 139, 204, 267 y siguientes.
[68] L. Brenner (1983) 116-117 (1983) 116-117 119; id. (1984) 93, 97; R. De Felice (1977) 205-206 (1977) 205-206 208-211.
[69] R. De Felice (1977) 206.
[70] L. Brenner (1983) 122; R. De Felice (1977) 211.
[71] El análisis crítico que se sigue, sobre la colaboración de las autoridades judías como el programa anti-semita del nacional-socialismo, se basa exclusivamente en los siguientes historiadores judíos: H. Arendt (1994) 117-119 (1994) 117-119 158, 169, 214; R. Hilberg (1961) 122-125 (1961) 122-125 128, 145-146, 155, 163, 279 y sigs., 310, 315, 668; E. Ringelblum (1964) 39, 41, 48, 51, 53, 54, 56-57, 66, 69, 72-73, 75, 92-93, 127, 132, 184-190, 230, 251-252, 292, 323, 331, 335, 347, 348-354; S. Wiesenthal (1989) 238-240 (1989) 238-240
[72] Las citas se encuentran en R. Hilberg (1961) 122.
[73] H. L. Feingold (1995) 45.
[74] E. Ringelblum (1964) 92, 190. Ver también la pág. 134.
[75] S. Wiesenthal (1989) 231. Según H. L. Feingold (1995) 46, pasados seis meses de la fecha de creación de los Consejos Judíos solo se habían suicido un 1,2% de sus miembros.
[76] E. Ringelblum (1964) 142. En una página relativa a Marzo de 1941 Emmanuel Ringelblum aseguró (pág. 166) que en el interior del gueto «se intensificaba la producción literaria contra el Consejo Judío”
[77] R. Hilberg (1961) 318, 322; E. Kogon (2002) 251. Según Raul Hilberg en la op. cit., 145, el presidente del Consejo Judío de Varsovia era sionista. Ya en los últimos meses de 1942, según narró E. Ringelblum (1964) 329, ocurrió una tentativa de asesinato del jefe de la Policía Judía, y aunque la intención se vio frustrada consiguieron por lo menos ejecutar a uno de sus más importantes subordinados y los miembros de la Policía Judía había pasado a ser el blanco del un odio generalizado y de numerosas agresiones (págs. 352-353). Se registraba mientras tanto que “el alma del movimiento de resistencia” responsable de la insurrección del gueto fue el “jefe de los sionistas de Polonia” según un testimonio reproducido en Eugen Kogon, op.cit., 251.
[78] S. Beauvoir [s. d.] 14.
[79] H. Arendt (1994) 125. Según R. Hilberg (1961) 630, Eichmann, en un informe dirigido a Hitler en agosto de 1944, calculaba que había exterminado a seis millones de judíos pero el Reichführer SS se mostró insatisfecho con esa estimación, manifestando que el monto total era mayor. Por el contrario Raul Hilberg consideró (págs. 3, 639, 728) que Eichmann exageraba y que la “solución final” había producido la muerte de cinco millones de judíos. N. Cohn (1992) 17 n.1, 186 y 207 osciló entre los cinco y los seis millones y M. Gilbert, «Final Solution», en I. C. B. Dear et al. (orgs. 1995) 364 y371 optó por seis millones.
[80] H. Arendt (1994) 124, 125, 169-170.
[81] L. Brenner (1984) 106; H. L. Feingold (1995) 245.
[82] Acerca de Stern y de su red terrorista ver: B. Avishai (1985) 144, 165; L. Brenner (1983) 265-266 (1983) 265-266 268-269; id. (1984) 103, 106, 117, 193-194, 199; H. M. Sachar (1976) 247-248 (1976) 247-248 265.
[83] Este documento, intitulado Aspectos Fundamentales dela Propuesta da Organización Nacional Militar en Palestina (Irgun Zvai Leumi) respecto de la Solución del Problema Judío en Europa y de la Participación de la ONM en la Guerra del lado de Alemania, se encuentra íntegramente transcripto en L. Brenner (1984) 195-197 (1984) 195-197 Los pasajes citados están en las págs. 195 y 197. Ver también id. (1983) 267-268. Traducido como «renovado judaísmo racial y nacional» y que en la versión en lengua inglesa dice «renewed folkish-national Hebraium».
[84] L. Brenner (1983) 268; id. (1984) 197.
[85] Acerca de la carrera política de Begin ver: B. Avishai (1985) 166-167 (1985) 166-167 L. Brenner (1984) 117, 129-130, 146; «Irgun», en I. C. B. Dear et al. (orgs. 1995) 571; H. M. Sachar (1976) 266.
[86] La carta firmada por Hannah Arendt, Einstein, Sidney Hook, Seymour Melmen y otros fue publicada en The New York Times del 4 de Diciembre de 1948 y se halla citada en L. Brenner (1983) 123 y (1984) 146-147 (1984) 146-147
[87] Id. (1983) 269; id. (1984) 129, 193, 199.
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